Washington — Randolph Pérez es un joven venezolano de 26 años de la provincia de Yaracuy, municipo de San Felipe que está a punto de cumplir un año en Estados Unidos, pero la odisea en busca de seguridad hacia su persona y su familia se inició hace más de tres años cuando decidió abandonar su natal Venezuela.
“En un inicio no tenía intención de venir a Estados Unidos por eso opté por los países vecinos. Pasé por Ecuador, Colombia y llegué hasta Perú donde me quedé por un tiempo y pude traer a mi familia, pero la situación económica y la inseguridad en ese país me motivó a regresar a Venezuela”, cuenta Randolph Pérez.
“Regresé a Venezuela con esperanza, pero la realidad era otra”
Al llegar a su país de origen, Randolph cuenta que “tristemente” se dio cuenta que las cosas seguían igual o peor de como las dejó y que ya no podía hacer más por su país. “Regresé a Venezuela con esperanza, pero la realidad era otra”, asegura el joven venezolano.
Fue en ese momento que decide abandonar su país por segunda vez, pero en esta oportunidad rumbo al norte por lo que consideró necesario obtener un pasaporte, un trámite casi imposible para los venezolanos.
“Conseguir el pasaporte fue una pesadilla, me cancelaban las citas, se caía el sistema. Un trámite que pensé me tomaría un par de semanas se prolongó por varios meses hasta que finalmente logré obtener el documento no solo para mí sino también para mi pareja y mi hija que tenía cinco años”, cuenta Randolph.